lunes, 27 de julio de 2009

Cuando el viento me acaricia

Siento como el frío se apodera lentamente de mis manos, de mis brazos... de mis pies y de mis piernas... de a poco todo mi cuerpo empieza a temblar y no puedo negar que el ser humano es tan vulnerable. Vulnerable y está expuesto a miles de situaciones, algunas peligrosas, otras heroícas.

Cuán importante es reconocer que no soy infalible, que no
soy de hierro y que de repente un simple viento puede detener mi rumbo, mi camino, mi esperanza. Vivir a 7000 por hora no asegura que todos y cada uno de mis sueños se cumplan... solo asegura que vivo a todo vapor para que "el tiempo" me alcance... para todo lo que tengo ganas de hacer... pero... por qué? eso acaso no significa que nada se vive "a plenitud"?

Estos días el viento me acarició tantas veces. Le di permiso para que tocara mi cara todo lo que quisiera. Me liberé de las cosas "que tenía que hacer"... para vivir unas minivacaciones, en las que pensé en tantas cosas, rememoré tantos besos, sentí tantas miradas... una y otra... cada segundo... permití que la noche y las estrellas me acompañaran y dejé de vivir a 7000 por hora... para solo "vivir" y sentir que soy yo, plena, satisfecha, vulnerable... que nadie tiene derecho a hacerme sentir mal... y que yo tampoco tengo derecho a lastimar a nadie, que el respeto a las diferencias y la diversidad está primero que todo... y que aquel que piensa diferente a mí, no está equivocado... solo piensa distinto.

Las estrellas me miraron en estos días... la noche me envolió y el frío del viento me demostró que yo no soy "dueña de nada", ni siquiera de la ropa que llevo puesta... que solo tengo esto que llamo "mi cuerpo" y que es un templo para que yo viva y haga felices a las personas que quiero y que me quieren... que Dios tiene un plan de vida para mí y que mientras tenga fuerza y coraje, tengo que luchar por ser mejor persona, mejor hija, mejor hermana, mejor amiga.

El viento frío que acarició frente al mar... me renovó de aquellos sentimientos que sentí debilitarse... me dio la fuerza para comprender que la mayoría de las veces estoy errada en lo que creo y que no por eso soy menos que los demás... que las cosas que me enseñaron a veces no son las correctas, pero que son las cosas que se creyeron las mejores en su momento.

El viento salado... el mar azul... el cielo inmenso... qué más hay para reconocerse limitado y falible... con errores a cada paso... a cada instante... qué más hay para reconocer que arriba o abajo, no sé la verdad, hay un Dios que me cuida y que sabe todo lo que pasa por mi mente y por mi corazón... que todo en la vida pasa por algo... y que aquello que siento hoy, puede cambiar mañana... que eso no significa que esté faltando a lo que "soy en esencia".

El viento me acarició... el viento y el mar me encontraron... el mar me dio paz... para encontrar las respuestas correctas a todas las preguntas que me hago.

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